10 de julio de 2016

Babasónicos en Museum (1999)

"Otro ritual de la exageración babasónica, esta vez en templo nuevo: Museum, el fantasmagórico recinto de techos altísimos que tanto atrae a los buscadores de acción nocturna, a pesar de su pésima acústica. Es la presentación de Miami, quinto disco de la banda, y hay expectativa. Babasónicos ya lleva una década sacudiendo su tridente y en él tiene pinchados a unos cuantos seguidores y curiosos.

El ambiente es de plena embriaguez, y el grupo marca el ritmo. ¿Funky, disco, hardcore, rap, soul, bossa nova, heavy, tecno, pop psicodélico, cabalgatas orientales y baladas latinas? Sí, señor: todo eso y mucho más, en un grupo que, haga lo que haga, siempre suena babasónico.

La banda está aceitada y entregada al furor; controla la situación y descontrola al público. La fiesta es una fiesta. En el medio de la vorágine, arriba del escenario, brillante como un fuego, Adrián Dárgelos hace su show aparte. Con movimientos precisos, una voz muy profunda y una entrega total, parece viajar por otra dimensión. Dárgelos es muy poderoso en su papel de hechicero nocturno y la gente cede ante su poder.

En el aire flota el humo, y en el éter vibra la decadencia. Es que lo de Babasónicos, como concepto general, es un apasionado homenaje a la destrucción. De esta manera, a pesar de las novedades, a pesar de la potencia, a pesar del esmero, el resultado no puede ser otro que tristeza. Pesadumbre frente a un espectáculo en el que la lujuria se enciende y la pureza brilla por su ausencia.

Todos queremos música, todos queremos poesía, todos queremos bailar. Los Babasónicos son muy talentosos en estos rubros, pero en vez de construir naves que lleguen a buen puerto, usan todos sus dones para transmitir una sensación de constante mala frecuencia. Las últimas estrofas cantadas por Dárgelos, un segundo antes de abandonar el escenario, resumen el mensaje dejado por el grupo a sus oyentes: 'Porque comés la carroña, ven a mí'".

(Texto de Pablo Schteingart sobre el recital de Babasónicos en Museum publicado en Rolling Stone N°21, diciembre de 1999.)

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