29 de junio de 2016

El idioma de los argentinos (Jorge Luis Borges) [1928]

El idioma de los argentinos es una recopilación de textos escritos por el argentino Jorge Luis Borges publicado en el año 1928. En orden cronológico, es el segundo libro de Borges que comentamos en este blog. El anterior fue Fervor de Buenos Aires, que era una recopilación de poemas.

Este libro me gustó mucho más. Me parece interesantísimo para todos los que estudian el lenguaje de algún modo, pero un poco difícil y aburrido para aquellos a los que el tema de las palabras, las metáforas, los idiomas y los poemas no les interesa.

Como quiero fingir fanatismo por Borges, les cuento de qué se trata cada uno de los catorce textos.

• Indagación de la palabra: una reflexion sobre qué es la palabra, qué es la oración y cómo entendemos el lenguaje. La frase que más me gustó:

"La coma, rayita curva o signo ortográfico o pausa breve para compendiar o átomo de silencio, no difiere sustancialmente de una palabra. Tan intencionadas son las comas o tan ínfimas las palabras".

• El truco: parece que Borges tenía una fijación con este juego de cartas, porque ya había escrito sobre él en Fervor de Buenos Aires. La parte que más me gustó:

"El truco es una superposición de caretas, y su espíritu es el de los baratijeros Mosche y Daniel que en mitad de la gran llanura de Rusia se saludaron.

—¿Adonde vas, Daniel? —dijo el uno.
—A Sebastopol —dijo el otro.

Entonces Mosche lo miró fijo y dictaminó:

—Mientes, Daniel. Me respondes que vas a Sebastopol para que yo piense que vas a Nijni Novgórod, pero lo cierto es que vas realmente a Sebastopol. ¡Mientes, Daniel!".

• Ubicación de Almafuerte: ideas sobre el poeta argentino que había muerto en 1927.

• La felicidad escrita: una crítica negativa sobre los textos literarios que se refieren a la felicidad.

• Otra vez la metáfora: una miradita a la metáfora. ¿Importa la metáfora en sí, o lo que importa es el momento en que se usa?

• El culteranismo: lindo ataque a un sector conservador de los académicos del lenguaje.

• Un soneto de don Francisco de Quevedo: Borges analiza poemas de Quevedo, pero en el medio, como quien no quiere la cosa, nos cuenta qué piensa sobre Dios y suelta una linda frase:

"La negación o dubitación de la inmortalidad es el máximo desacato a los muertos, la descortesía casi infinita".

• La simulación de la imagen: ¿Cuál es el vínculo entre imagen y texto?

• Las coplas de Jorge Manrique: como él mismo lo explica, por la vereda de las coplas llega a la metafísica.

• Las fruición literaria: uno de los dos que más me gustó. Los textos preferidos de Borges, la importancia de saber quién escribió qué cosa y esta frase vanagloriosa:

"Los grandes versos de la humanidad no han sido aún escritos. Esa es imperfección de que debe alegrarse nuestra esperanza".

• Ascendencias del tango: ¿De dónde es originario el tango?

• Fechas: breves comentarios sobre Góngora, Alfonso Reyes, Ricardo Molinari y el tango.

• La conducta novelística de Cervantes: "Don Quijote es la única soledad que ocurre en la literatura del mundo", dice Borges, y parece no hacer falta nada más.

• Dos esquinas: un cuentito sobre el tiempo y uno sobre compadritos cardinales.

• Eduardo Wilde: elogiosa crítica a un tipo que fue bastante más que escritor.

• El idioma de los argentinos: el otro de los dos que más me gustaron. ¿Existe un idioma argentino? ¿O hablamos en español?

25 de junio de 2016

Octubre (película de 1928)

Octubre es una película estrenada en el año 1928 dirigida por el ruso-soviético-letón (nació cuando Letonia formaba parte del Imperio Ruso, posteriormente Unión Soviética) Serguei Eisenstein.

Uno de los motivos por los que miré Octubre es que estoy cursando la materia "Semiología", en la que estamos analizando el tipo de lengua que utiliza el cine.

La película es el ejemplo más conocido de un estilo de cine llamado "montaje soberano", donde lo más importante es, justamente, el montaje que realiza el director, con el que no sólo quiere coordinar un relato, sino que a través del montaje (la manera en que intercala los planos) intenta simbolizar otras cosas.

Octubre relata los hechos de la Revolución Rusa de 1917 con una mirada bastante-bastante subjetiva, pero interesante. Está filmada sólo una década después en los escenarios reales, y hasta participan algunos protagonistas de la revolución.

Como la gran mayoría de las películas mudas de larga duración (Octubre dura 100 minutos), por momentos es pesada para nuestros ojos del siglo XXI, pero al menos es dinámica en cuanto a la velocidad en el cambio de planos, y obliga a estar bastante atento a la trama.

Si la querés ver por la cuestión puntual de montaje, o como documento histórico, mirala, está bien, es útil. Si la querés ver por diversión o para emocionarte, pasala de largo, se te va a hacer medio insoportable.

17 de junio de 2016

Adiós a las armas (Ernest Hemingway) [1928]

Adiós a las armas es una novela escrita por el estadounidense Ernest Hemingway. Fue publicada en el año 1928.

• Comentario de Gabriela Fernández, amante de las sorpresas

Fue un libro que leí, creo, a los 18 o 19 años. Me lo prestó mi prima. Lo empecé a leer un día que me quedé a dormir en su casa.

Quizá por mi edad, recuerdo que era una historia de amor (si lo hubiera leído cuando era más grande, hubiera descubierto algo más, seguramente). Recuerdo que era en Italia, durante la Primera Guerra Mundial. Un sargento que se enamora de una enfermera. Él era norteamericano.

No había mucho relato de guerra... Sólo una historia de amor. Mi tío era italiano y estuvo en la segunda guerra. Viéndolo a la distancia, qué fuerte debe ser para un hombre que vivió una guerra leer un libro así, ¿no? Sólo recuerdo eso: un amor en medio de la guerra.

• Comentario de Federico Estévez, alumno del Instituto Parroquial Canónigo Honorario Mario Fabián Alsina, lateral derecho del equipo escolar, rústico como fabrica taladora de árboles

Hice un trabajo práctico sobre Adiós a las armas. Al principio, el libro me pareció medio denso y me mareaba cuando el protagonista tenía como tres nombres.

Me enganche un poco después, cuando Federico/Henry se enamoraba de Catherine, pero era en el contexto de la guerra, y es como que al principio Henry/Federico no la amaba de verdad, porque su objetivo no era el amor sino la guerra. Henry era americano y fue a pelear por otro país, y Catherine era enfermera.

En un momento, aunque Catherine no sentía cosas por Henry/Federico, él le dice: "Vos sos mi religión" a Catherine (vale aclarar que Henry/Federico era ateo). Esa fue la parte que más me llamó la atención.

El final no me gustó, porque no me gustan los finales trágicos.

15 de junio de 2016

El lobo estepario (Hermann Hesse) [1927]

Pocas veces tuve una idea tan clara para compartir sobre un libro. La idea es la siguiente: si empiezan a leer El lobo estepario y no les gusta, dejen de leerlo. Abandónenlo y busquen un libro mejor. Porque es uno de esos libros en los que siempre te quedás esperando algo. Yo cometí el error de esperar, durante 180 páginas, algo distinto a lo que encontré en las primeras veinte. Y no: El lobo estepario es siempre lo mismo.

Si lo empezás y te gusta, dale para adelante. Seguramente disfrutarás la complejidad de las ideas, la falta de certezas, lo rebuscado, el análisis del análisis de los análisis. A mí, esas cosas, antes me gustaban. Ahora no.

Ah, los datos básicos: El lobo estepario es una novela escrita por Hermann Hesse. Hesse nació en Suiza, cuando Suiza estaba dominada por Alemania. Fue publicada en el año 1927.

Como les decía, la historia es compleja y confusa. La cuenta un tal Harry Haller, en primera persona. Dentro suyo se debaten el ser humano racional y respetuoso, y el lobo estepario instintivo y pasional. A esta altura, a mí me parece bastante obvio que dentro de cada persona conviven la razón y la irracionalidad, el respeto por las leyes y las ganas de mandar todo a la mierda, pero parece que en 1927 no era tan claro todo esto. O al menos eso creo. Porque, si no, no entiendo porque este libro es tan "famoso".

Para peor, el propio Hermann Hesse se quejó de que nadie entendió lo que quiso decir, y que todos los "críticos" decían que Hesse había querido decir algo, cuando en realidad él había querido decir lo contrario.

Y bueno, Hermann: hubieras escrito más claro. Si querés decir "no nos queda otra que respetar algunas normas sociales, pero cada tanto mandar todo a la mierda", hubieras arrancado por ahí, y después contabas la historia.

Pretender que todos los que te lean lleguen a esa conclusión después de tooodas las vueltas que diste en la historia (¡qué pesado!) es bastante torpe.

Bueno, la propuesta, entonces, es esa: lean el libro (está en internet, por si no quieren gastar plata) hasta la página 20. Si les gusta, sigan, porque les encantará. Si no les gusta, tírenlo al diablo. A mí, la verdad, no me gustó.

2 de junio de 2016

Don Segundo Sombra (Ricardo Güiraldes) [1926]

Por Leandro Ramos, escritor, profesor de literatura e integrante del Movimiento Etiopía

Cuando cursé sexto grado del EGB tenía un profesor de lengua que se llamaba Hernán Pozzi. Como siempre es mejor quedarse con las buenas impresiones, mi memoria guarda la idea de que fue un buen profesor. Había intentado la proeza de enseñarnos cada uno de los tiempos verbales y lo hacía con entusiasmo. Eso ya resulta suficiente.

Un día, a mitad de año, trajo cerca de treinta libros y nos asignó uno a cada uno. Por algún motivo me dio Don Segundo Sombra. Enseguida advertí que me daba uno de los más extensos. Luego de un breve sentimiento de reproche, entendí que no era un castigo sino un desafío. La novela no es larga, pero a los 11 años edad las cosas se perciben a otra escala. Acepté el desafío con gusto.

Me costó mucho avanzar con su lectura, pero con paciencia logré entender y apreciar sus aspectos centrales. El lenguaje es llano, excepto algunos regionalismos. Las acciones son lentas y las descripciones se tornan algo molestas. Pero la historia es hermosa.

Un chico huérfano crece en el campo bajo la tutela de Don Segundo Sombra, un gaucho que la tiene clara con las cosas del campo y que, además, es buen tipo. Es él quien le enseña que lo bueno de la vida jamás proviene de cosas materiales. Hacia el final, el muchacho se entera de que es hijo de un estanciero rico que había fallecido y debe heredar todas sus tierras, pero ya es tarde: había aprendido que el trabajo de gaucho y la humildad valen más que toda la riqueza del campo.

1 de junio de 2016

El juguete rabioso (Roberto Arlt) [1926]

Había leído El juguete rabioso a los 18 años, pero quise releerlo para comentarlo acá. El juguete rabioso, para los que no lo saben, es una novela escrita por el argentino Roberto Arlt, publicada en el año 1926.

La habré leído con ojos tan inocentes en ese momento, porque entre mis apuntes escribí:

"Una novela molesta. La incomodidad de un joven llevada tan hasta el extremo que genera compasión".

Hoy, más de una década después, entiendo que la "incomodidad" era en realidad la opresión social, las injusticias del sistema. 

La "compasión" que yo sentía era en realidad una naciente conciencia de clase: empezaba a entender que él podía haber sido yo. O mejor dicho: que él, un poco, era yo. 

Y si la novela era "molesta" era porque yo no sabía qué hacer con la incomodidad y la compasión que me generaba. 

Por suerte, ahora no me resulta incómoda: me resulta dolorosa y sincera, una denuncia sobre cómo funcionaban la Argentina de 1926 y la actual, y una gran manera de, en aquel momento, visibilizar, mostrar al travestismo (personas que se visten como habitualmente se visten los del sexo opuesto) desde un punto de vista que no era simplemente el de "perversidad" o "demencia".

La novela es ambigua, no termina de definir qué está bien y que está mal, permite varias lecturas y tienen un final que, incluso ahora mismo, me resulta "incómodo". Se ve que hay algo ahí, en ese final, que todavía tengo que resolver sobre mí mismo.

¿Conclusión? ¡Léanlo! Tiene unas 150 páginas. El principio es pesado, pero después se lee rápido y hasta con intriga. Superen el comienzo, donde el relato es lento, y después cuéntenme qué les pareció el final.

Abrazos al recuerdo de Roberto Arlt, que me cayó bien.