3 de agosto de 2015

Cantar del Mío Cid (anónimo) [año 1200]

Hay que leer el Cantar del Mío Cid, pero no hay que leerlo

Por Pedro Molina, periodista

Los libros que se leen por obligación, para las escuelas o los colegios, suelen generar menos interés que los que uno escoge libremente. Lógica pura que invita a pensar qué dirían esos mismos estudiantes obligados si los leyeran por su propia cuenta. En el caso del Cantar del Mío Cid (publicado en 1200), hay una realidad bastante clara: sin la imposición, muy pocos lo leerían.

La obra es una contradicción en sí misma. Todas las particularidades históricas que la convierten en un poema indispensable de la lengua española son también excentricidades literarias que vuelven más denso el relato. Como primera cuestión, está escrito en verso, ya que en su origen era cantado. De hecho, se lo suele clasificar como un “cantar de gesta”. La gesta, claro está, va de acuerdo al contenido.

Rodrigo Díaz no es nombre de héroe y por eso se lo conoce como el Cid Campeador, que explica mejor su relevancia histórica. “Cid” es señor en árabe y “Campeador” refiere a los guerreros destacados. Rodrigo, que había nacido en el pueblo español de Vivar, fue un líder importante en la Reconquista de España en la que expulsaron a los moros de la península ibérica. Su intervención está signada por la época: la motivación principal es conseguir el perdón del rey, quien lo ha desterrado, y culmina con el matrimonio arreglado de sus dos hijas. Edad Media al 100%.

En el transcurso, arma su cuerpo de guerra, triunfa en diferentes ciudades y su nombre heroico se divulga al mismo ritmo que los éxitos. Llegó tan lejos que en el barrio de Caballito de Buenos Aires, una tradicional estatua lo recuerda por la “encarnación del heroísmo y espíritu caballeresco de la época”.

Es la primera obra narrativa de la lengua española y, como también sucede con la Ilíada y la Odisea, por su origen histórico y oral no tiene un autor identificado. Conocer las andanzas del Cid tiene un costo alto y es someterse, en el siglo XXI, a un estilo de escritura vetusto, al que pocos están acostumbrados y a muchos les cuesta seguir el hilo.

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