18 de julio de 2014

Antígona (Sófocles)

Por Luz Panizzi, actriz y estudiante de Letras

“Comprender lo trágico equivale a reproducir en sí misma la tragedia griega, no como un caso particular de ésta, sino como su origen, es decir, como su principio y su floración auténtica, y eso simultáneamente".

Estas palabras del escritor Paul Ricoeur instalan la idea de que el género tragedia debe su origen a la tragedia griega. Sófocles, nacido en el 496 o 495 a.C., fue el segundo poeta trágico en darse a conocer y junto a Esquilo y Eurípides se los conoce como los padres del género.
 

Esta construcción surge, en primer lugar, desde el ámbito teológico. La tragedia reproduce el sufrimiento y la pesadez a la que es conducido el hombre por exclusiva decisión de los Dioses. No sólo eso; la tragedia posee un hecho significativo e indiscutible: la muerte. La bella muerte, la muerte heroica, la muerte desmerecida de honores sepulcrales y entierros, el suicidio o cualquier muerte que exista, pero muerte al fin. Algún hombre quiere o debe morir y ahí está el sentido de la tragedia. Ese es el único destino.
 

La historia de Antígona (siglo V a.C) está marcada por su inevitable destino: morir. Tras la muerte de sus dos hermanos, Eteocles y Polinices, quedan solas ella e Ismene. Todos son hijos de Edipo. El nuevo rey Creonte prohíbe sepultar a Polinices, acusado de traición. Antígona decide rendirle homenajes y enterrarlo a pesar de todo. Al no contar con la compañía de su hermana, lo hace sola. Ese acto la condena a muerte.
 

Antígona: - (...) No iba yo a atraerme el castigo de los dioses por temor a lo que pudiera pensar alguien: ya veía, ya, mi muerte –¿y cómo no?—, aunque tú no hubieses decretado nada; y, si muero antes de tiempo, yo digo que es ganancia: quien, como yo, entre tantos males vive, ¿no sale acaso ganando con su muerte? Y así, no es, no desgracia, para mí, tener este destino (...)”.
 
No sólo lo dice la historia y la teoría sobre la literatura griega, lo dice Antígona: es la muerte su destino, ella la acepta, y la va a buscar. Sófocles creó así a una Antígona trágica y heroica, quien no resuelve su destino aceptando ser enterrada viva por orden del rey, sino que acude al ahorcamiento como último recurso.

 
Este suicidio era conocido en las tragedias, ya que las mujeres adultas recurrían a darse muerte de esa manera. Las más jóvenes no poseían tanta autonomía y por eso, como en el caso de Antígona, recibían su propia muerte. Pero la heroica hija de Edipo rompe con esta estructura, instaura una especie de enfrentamiento con las normas y, a pesar de estar condenada a muerte, decide terminar ella misma con su vida, lo que la acerca a una figura mucho más femenina y adulta.

 
Al mismo tiempo, esa autonomía que ella asume a la hora de morir, afianza su figura heroica, manteniendo sus ideas con valentía hasta el final y sin olvidar quién era: una mujer.
 

La tragedia comienza con ella, continúa con Hemón, hijo del rey Creonte y su prometido, que renuncia a la vida sin ella. Eurídice, esposa del rey y madre de Hemón, también muere, y es por su hijo. Y queda Creonte y la tragedia viva: su vida.
 

Las representaciones trágicas tenían reglamentos y una preparación específica de los poetas y los actores. El Estado era el encargado de seleccionarlos y prepararlos. Durante los primeros tiempos, los poetas eran los actores mismos y, más adelante, Esquilo agregó un actor mas y Sófocles, el tercero. El escenario griego también tenía su manera de ser, al aire libre y desprovisto de techo. La multitud formaba círculo alrededor del lugar donde se sucedían los hechos y también contaba con una orquesta y la danza.
 

No es menor agregar que la tragedia, tal como el teatro clásico, se destacaba por su poesía. Los textos de cada personaje estaban delicadamente equilibrados entre sí. No había extremada escenografía, todo estaba en sus palabras y sus voces. Y el público, con su entero juicio, elegía creer, imaginar e introducirse en el espectáculo que empezaba a formarse. A partir de los textos que cada actor interpretaba, el público comenzaba a imaginar el contexto que se estaba proponiendo.

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