31 de marzo de 2012

El gran error de Alejandro Magno (328 a.C.)

Algunas personas consideran que Alejandro Magno fue uno de los seres más valientes e importantes de la Historia Universal. Sin embargo, en este blog preferimos a Clito (el Negro, para los amigos).

Clito había nacido en Macedonia durante el año 367 a.C. y era el mejor amigo de Alejandro. Para ser amigo de un tipo así no alcanzaba con compartir una cerveza: había que recorrer el mundo entero luchando contra enemigos desconocidos, lejos de tu familia y pasando hambre. Clito lo hacía mejor que nadie.

Sin embargo, a medida que fue creciendo, Alejandro Magno se volvió bastante cancherito. No es para menos, dirán ustedes: el tipo estaba formando el mayor imperio de la historia. Pero a Clito no le importaba eso, porque notaba que Alejandro iba directo a arruinarlo todo por sus ansias de mayor poder. Y, como hacen los buenos amigos, aprovechó una noche en la que estaban relajados tomando algo y se lo dijo.

Alejandro, un poco porque estaba borracho y mucho porque realmente se había vuelto un soberbio, le respondió muy mal. Se produjo un diálogo similar a éste.

--Che, Alejo, me parece que ya estás haciendo cualquiera. Lo único que te importa es conquistar y conquistar, y acá los pibes ya no pueden más. Además, estás llenando todo de persas, y antes los persas eran nuestros enemigos...

--¿Y vos que te metés, gil? ¿Quién te preguntó?

--Bueno, calmate, Dios del mundo. ¿Quién te creés que sos? ¿Zeus? Si viviera Filipo, tu viejo, te daría un cachetazo.

--¡Callate, inútil! ¡Envidioso! Me odiás porque nunca en tu vida hiciste nada importante.

--No, creo que no... Excepto salvarte la vida en el río Gránico, creo que nada...

Ahí fue cuando Alejandro se calentó mal, pero Clito tenía razón: en la batalla del río Gránico (334 a.C.) había evitado la muerte de un herido Alejandro. La cuestión es que Alejandro, estupidizado por el poder, mató a Clito atravesándolo con su lanza. Qué imbécil sos, Magno. Qué imbécil sos.

Contaron algunos griegos, en secreto, que durante el resto de su vida, cada vez que creía estar solo, Alejandro hablaba con Clito, pidiéndole perdón y jurándole que nunca, pero nunca más, desconfiaría de un amigo.

17 de marzo de 2012

Platón (428-347 a.C.)

Platón fue una persona que vivió en Grecia entre los años 428 a.C. y 347 a.C. Figura en este blog, y lo conocemos casi todos, porque es considerado uno de los principales filósofos de la historia. Si no sabés qué es un filósofo, leé este texto.

La vida de Platón es extensa para contarla acá: se opuso a gobiernos, viajó por el mundo, estuvo a punto de ser vendido como esclavo y fundó la Academia, en donde estudiaron muchos genios. En este texto nos vamos a centrar en sus ideas.

Históricamente se lo enfrenta con Aristóteles (que también estudio en la Academia de Platón). Simplificando exageradamente, nos cuentan que Platón era una especie de romántico que creía que lo fundamental era lo que no se veía: las ideas, la imaginación, el alma. Un precursor del famoso “lo esencial es invisible a los ojos” (al final, El Principito no era más que un seguidor de Platón). De Aristóteles, en cambio, nos dicen que afirmaba que sólo existe lo que podemos ver y tocar, y que eso es lo fundamental en el Universo.

En realidad ellos no decían exactamente eso, y sus pensamientos no eran tan opuestos, pero es la forma más rápida que encontraron en el colegio secundario de resumirnos sus ideas. Leamos algunas reflexiones de Platón:

*Consideraba que la filosofía era inferior a la sabiduría. Pretendía alcanzar una sabiduría que ya se había alcanzado en el pasado, pero que se había perdido.

*Creía que el alma era inmortal. Esta creencia ahora es muy común, pero entre los griegos casi no existía. Platón creía que el alma reencarnaba, pero antes permanecía con los dioses.

*Junto a los dioses, en un súper lugar maravilloso, están las Ideas (con mayúsculas, porque Platón hablaba de Ideas como un ente único). El cuerpo, decía, es la cárcel del alma. El alma vive junto a las Ideas y junto a la verdad, pero cuando el cuerpo reencarna olvida la verdad. Las Ideas son las huellas que quedan de esa verdad. Para Platón, aprender es recordar. Es una idea similar a la que antes había expresado Sócrates.

*No pensemos que una Idea aparece cuando decimos “se me ocurrió que me puedo ir a comprar un helado”. Platón usaba el término Idea refiriéndose a un concepto inmodificable y superior a lo material. Por ejemplo, existía una Idea de silla, y todas las sillas del mundo eran en realidad una imitación de esa Idea original e inamovible.

*El bien es la Idea más elevada. Platón utilizaba al Sol como metáfora del bien.

*Platón separaba el mundo sensible (o tangible) del inteligible. El mundo sensible, o sea aquello que podemos ver o tocar, es solo una apariencia. El mundo inteligible, que es donde existen las Ideas, es la auténtica realidad.

*Platón creía que los filósofos debían gobernar Grecia. Esta idea no me gusta del todo, porque él decía que el filósofo debía hacer un esfuerzo, rebajarse al nivel del resto de las personas, para ayudarlos a vivir mejor, incluso a costa de arruinar su propia vida. Es un poco soberbio ese pensamiento, especialmente porque él era filósofo, pero probablemente esté justificado por el momento histórico en el que vivió. Sobre eso trata la “Alegoría de la caverna”, uno de sus textos más conocidos.

Igual, lo digo por si no quedó claro, la filosofía de Platón era extremadamente compleja para una persona poco formada como yo, y esto es un resumen demasiado simplista. La mayoría de las cosas me las explicó Ernesto D’Amico, profesor de filosofía en la Universidad de Lomas de Zamora.

Ah, y si creían que Platón siempre fue un flacucho que leía todo el tiempo, sepan que en realidad se llamaba Aristocles, y que Platón era un apodo que significaba “el de espalda ancha”, porque de joven era un muy buen atleta.

¿Qué es la filosofía?

La filosofía no es pesadísima ni aburrida. Es necesario empezar diciendo eso. A mí también me pasa, eh: escucho “filosofía” y me imagino a viejos barbudos hablando pavadas, a cosas que nunca tienen conclusión y a cientos de libros dificilísimos de leer. Esa sensación, aunque sea difícil de creer, es generada por el capitalismo, que es el sistema que domina al planeta. Se los juro, está comprobado: la suma de todas las cosas que suceden en el mundo (o sea, el sistema) genera que todo lo peligroso para ese sistema sea mal visto. La filosofía es peligrosa, entonces suena aburrida, agotadora, sofocante, igual que los términos “reflexionar”, “organización social”, “alcanzar un consenso” o “debate político”. En cambio, conceptos como “puterío”, “alta fiesta”, “descontrol” y “me chupa un huevo” suenan buena onda, es como si te invitaran a ser feliz. Ése es uno de los logros más perversos del capitalismo en su intento de sobrevivir.

Una vez dicho esto, dejémonos de romper las pelotas con que la filosofía es aburrida y no sirve para nada. Dense cuenta de que todo el tiempo intentan que ustedes piensen eso, y muchas otras cosas, para que nada cambie y sigan existiendo nenitos hermosos con ojos brillantes y mucha ternura que se mueren de hambre, que dejan de respirar bajo un sol africano, mientras miles de ignorantes viven desbordados de lujo. A esos imbéciles se los considera exitosos, en otra perversidad lingüística del sistema, para que todos querramos ser como ellos. Porque ellos son lo menos peligroso para lo establecido. Los millonarios, los que viven en su barrio privado, los vivos, los chantas, los garcas son en realidad los más ignorantes de todos los seres humanos y los menos útiles. Aunque parezca que no tiene nada que ver con que "la filosofía es aburrida", tiene mucho que ver.

Pero vamos de una vez a la pregunta inicial: ¿qué es la filosofía? La filosofía es el nombre que se le puso al intento de explicar por qué pasan las cosas. Eso ahora nos parece una estupidez, porque si cayeran sillas del cielo nos preguntaríamos: “’¿Por qué caen sillas?”, pero resulta que hace cuatro mil años atrás nadie se lo hubiera preguntado y todos hubieran pensado algo así como “sucedió porque tenía que suceder, preocupémonos solamente de que no nos caigan en la cabeza”, o simplemente “Dios lo quiso así”.

En el siglo VI a.C., los griegos comenzaron a preguntarse por qué pasaban las cosas. No empezaron ellos porque fueran genios o tuvieran mentes superiores, sino por una suma de cosas, especialmente porque después de años y años y años de luchar para que hubiera comida para todos y no sufrir hambre, generaron un sistema eficaz para que, mientras algunos cazaban, recolectaban, pescaban y cocinaban, otros solo se dedicaran al ocio, a pensar y crear. Eso no está bueno, es socialmente injusto, pero fue así como se fortaleció el deseo de entender por qué sucedían las cosas. O sea, la filosofía (en griego significa amor a la sabiduría).

Los griegos consiguieron controlar algunas situaciones, como el modo de plantar y cosechar, de aprovechar las lluvias, de prever los cambios de clima. Eso les permitió pensar que no todo era azaroso o deseo de Dios (todas las culturas conocidas hasta entonces eran extremadamente religiosas) y que tal vez ellos podían influir en los eventos del planeta. Influir, de alguna manera, en su propio destino. Dejar de responsabilizar a Dios de todo y permitir que un grupo de personas no tuvieran que trabajar quince horas por día impulsaron a la filosofía.

Fueron tan relevantes las cosas que pensaron los griegos durante décadas y décadas que sus ideas sobreviven hasta hoy. Que nos parezca normal intentar entender por qué abrimos la canilla y sale agua, o por qué en verano hace calor, es la prueba de que la filosofía está viva e incorporada en cada uno de nosotros.

En definitiva, la filosofía es el nombre que se le da al deseo y el intento de saber por qué suceden las cosas. A partir de ese primer deseo se generan corrientes filosóficas, que son puntos de vista distintos sobre los mismos temas. Por ejemplo, una persona puede explicar que de la canilla sale agua porque alguien giró la llave. Otro, que fue porque dentro de la cañería se deslizó una válvula que permitió que el agua retenida escape por un extremo. Otro dirá que sale agua porque los seres humanos evolucionaron y lograron construir un mecanismo mediante el cual pueden hidratarse y lavarse sin acercarse hasta un río. Y otro puede explicar que es porque Dios nos dio agua para que no nos muramos de sed. Ésos serían distintos puntos de vista para una misma pregunta. O sea, distintas corrientes filosóficas para abordar una incógnita.

3 de marzo de 2012

Dinosaurios en el museo

En 2011 viajé a Chubut, Argentina, y estuve en el Museo Paleontológico de esa provincia. Saqué algunas fotos, de las cuales les comparto cuatro. En la última pueden reflexionar sobre si le hubieran hecho frente al más pequeño de los dinosaurios.